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Desde Fuenlabrada Negocios, lanzamos una campaña de apoyo al comercio local.

Yo compro en las tiendas  y comercios de Fuenlabrada porque… “Cada vez que gastas dinero, estás emitiendo un voto para el tipo de mundo que quieres”.

A mi me gusta vivir en lugares a la medida de las personas, donde el tiempo deje huella, donde la gente se salude al pasar.

No me gustan las ciudades levantadas únicamente con la fuerza del dinero, al gusto de las grandes corporaciones, clónicas a otras ciudades en la otra punta del planeta, siempre nuevas y relucientes con sus letreros de plástico y metal, con tiendas atendidas por dependientes mal pagados que llegan y se van sin echar raíces.

No, no me gustan esas ciudades habitadas por eternos desconocidos y en las que lo que nos resulta más familiar de las calles es aquello que antes hemos visto en algún anuncio en la televisión.

“¿Estás hablando de tiendas? ¡Solo son tiendas!”, podría argumentar alguien.

“¿Qué más da una tienda que otra? “ Pues no.

No da lo mismo.

El pequeño comercio de toda la vida está regentado por los propios vecinos, gente a la que le importa el lugar donde vive, que conoce a sus clientes, que se preocupa por lo que sucede a su alrededor.

El pequeño comercio contribuye a humanizar las ciudades, ofrece un trato más cercano y dinamiza la economía local, permitiendo a muchos vecinos ganarse la vida dignamente a la vez que proporcionan un necesario servicio a la comunidad.

Cuando gastamos dinero en un comercio local, el beneficio no se volatiliza en tan gran medida hacia manos lejanas (y ya demasiado llenas) sino que permanece en nuestro entorno, volviendo de nuevo al circuito y generando más riqueza y bienestar.

En un pueblo o barrio con un tejido comercial sano, las calles son más seguras, la vida más agradable, el ambiente más feliz.

Si escogemos bien, podemos encontrar productos de gran calidad a precios razonables y el consejo experto de aquel tendero que acumula años de valiosa experiencia en su sector.

Es posible, también, que nos sea más fácil averiguar el origen de los productos que compramos o de las materias primas con las que se ha fabricado.

A menudo, el pequeño comerciante utiliza redes de proximidad: el carnicero que se abastece en una granja de la provincia que es de su confianza, el frutero que compra a la cooperativa, el pescadero que va a la subasta de la lonja…

Dentro del comercio local nos será también más fácil encontrar establecimientos que apoyen a artesanos y creadores; incluso puede que estemos ayudando a que se conserven muchos oficios tradicionales.

Así, no solo estamos influyendo en la fisonomía de nuestro entorno más cercano ,sino también en el tipo de sociedad que se va configurando en nuestra comarca, en nuestro país.

Como sé el tipo de mundo que quiero, siempre que puedo compro en las tiendas de mi barrio. Ese es mi voto diario. ¿Y el vuestro?